El dolor es una señal vital que alerta de una lesión o daño que se produce en nuestro cuerpo y pone en marcha mecanismos naturales para solucionarlo. Para ello, contamos con una serie de terminaciones nerviosas que recogen esa señal.
Estas terminaciones se llaman nociceptores y son las encargadas de recibir la información sensorial del exterior y del interior de nuestro cuerpo. Se encuentran al final de los axones de neuronas sensoriales y en cuestión de décimas de segundo son capaces de transmitir al cerebro.
El cerebro en sí no siente dolor porque no hay nociceptores ubicados en el tejido cerebral. Esta característica explica por qué los neurocirujanos pueden operar en tejido cerebral sin causar molestias al paciente y, en algunos casos, incluso pueden realizar una cirugía mientras el paciente está despierto.
Los dolores de cabeza, sin embargo, son una historia diferente. Aunque su cerebro no tiene nociceptores, existen nociceptores en capas de tejido conocidas como dura y pia que sirven como un escudo protector entre el cerebro y el cráneo.
En algunas situaciones, las sustancias químicas liberadas por los vasos sanguíneos cerca de la duramadre y la pia pueden activar los nociceptores y provocar dolores de cabeza, como migrañas.

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