La empresa Kansas Wheat, en plena Gran Depresión, se dio cuenta de que las familias más pobres los reutilizaban para coser vestidos de mujer y niña, por lo que para hacerlos más cautivadores decidieron imprimirlos con motivos florales y coloridos.
La iniciativa fue un gran éxito: se aseguraron de que la tinta utilizada para los logos se desvaneciera después de un simple lavado y algunas bolsas incluso tenían los patrones ya dibujados en la tela, listos para ser cortados y cosidos.
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